lunes, 23 de enero de 2012

Novela. "Como si mirase a través del espejo."

Este es el principio de la novela que estoy escribiendo. Iré subiendo más gradualmente. Espero que os guste. 

Capítulo 1.

Día 8 de Noviembre, 1810. En los campos de Londres.

Empieza a congelarse el aire, noto que el manto del invierno se está asentando. La cocina emana un calor familiar, el olor a dulces llega hasta los pisos de arriba. Hoy mi madre y las criadas están haciendo una tarta de manzana. Mis hermanas se reúnen con ellas para cotillear y preparar la masa. Yo prefiero refugiarme en las lecturas y las cartas que me envía mi amiga Alice. Ella es una persona que mira la vida de forma distinta y últimamente me envía unos relatos muy extraños de un mundo que parece fantástico. Sus cartas escritas con pluma me llevan a viajes que me permiten escapar de esta casa.

La ventana de mi habitación da al jardín trasero, allí planto flores silvestres, moradas y azules, decoro el mundo con colores suaves y aromas embriagadores. Las vistas son agradables pero el cristal de la ventana que nos separa la siento tan gruesa, que me impide incluso respirar.

Cojo del armario mi vestido blanco y mi abrigo. El vestido, de corte debajo del pecho y caído hasta tapar los tobillos, dejaban una silueta limpia y pura. Me recojo el pelo y me retoco en el tocador viejo de mi abuela. Es un tocador simple pero que para mí es un tesoro. Blanca madera que ha visto a generaciones de mujeres bellísimas prepararse para darle un toque de dulzura a la vida.

Bajo las escaleras con cuidado, no quiero levantar sospechas de mi pequeña huida.
Recorro el largo pasillo entre las escaleras del bajo piso hasta las puertas del jardín trasero mientras reviso las habitaciones recargadas de mobiliario inútil y extravagante.
Por fin salí al exterior. El aire que congela la cara, me calienta el alma. La fina luz del sol se oculta tras un cielo nublado, aun así siento que me ilumina más que de costumbre.

Piso el césped de rocío y me acerco a mis queridas flores.
 <<Estáis a salvo...>> - pensé.
Eran preciosas, con esas gotas de brillantes diamantes de lágrimas de cielo parecían pequeñas princesas. Todas ellas me devolvieron la sonrisa. El aroma a jazmín me envolvía, deseaba tocar el aire y besar el cielo. Seres que me crean emociones así solo merecen ser alabados.

- “Diana, Madre dice que vengas y nos ayudes. No tardes” – dijo Annie.
Me levanté de mi adicto sueño y fui detrás de mi hermana.
Pese a ser más pequeña que yo, he de reconocer que tiene un carácter muy fuerte.
Entramos en la cocina y vi a todas muy energéticas. Madre, con una sonrisa que parecía pintada por un niño pequeño que no interpreta bien las emociones, me indicó que cogiera varias bandejas y las llevase al salón donde hacemos celebraciones.

-“Pero antes quítate ese abrigo horroroso y viejo. Luego prepárate para la visita de la familia Frockley. ¡Hoy será un gran día, un gran día!”- dijo Madre con un gran entusiasmo.

-“¡Madre no sabe que nerviosa estoy!, puede que por fin consigamos alguna de nosotras la gran titulación que nos merecemos en esta familia. Es más, diría que puede que más de una consigamos un estatus digno de nuestro apellido hoy.”- comentó Roxane, mirando con una gran sonrisa de conspiración a toda la sala, menos a mí, que me lanzó una mirada de desprecio. Ella sabe que no me gusta este tipo de mercado que se crea en la sociedad, y espera que no rompa el encantamiento esa tarde con algún comentario inoportuno, prácticamente prefería que no hablara, taparme la boca pero no la conciencia.

-“No te preocupes Roxane, tengo un gran repertorio de temas muy interesantes con los que discutir con el Sr. Pitt” – dije en respuesta a su ataque visual.
He de decir que el Sr. Pitt es uno de los hijos de Frockley, de los pocos que gustosamente me responde o incluso se interesa en entablar una conversación digna de mi atención.

-“ Espero que te comportes como una dama y no manches nuestro nombre, sonríe y no hables querida. Aprende de tus hermanas y puede que no tenga que llevarte a ese convento del que tanto me hablan y aconsejan mis hermanas .“ – Madre hablaba en serio. Se notaba por cómo sonreía, como si se le desencajase la mandíbula, y cómo apoyaba con un fuerte ruido seco los platos de porcelana y la enorme tarta.

Decidí no aguantar más a esas gallinitas en busca de granos de maíz y subí de nuevo a mi habitación.
Me senté en la silla. Cogí papel y tinta ya que decidí distraerme mandándole una carta a mi querida Alice.

 Mi gran amiga Alice:

 Como cada mañana en la que la suerte me levanta con una llamada y una carta a tu nombre, te leí en el día de hoy. Siempre espero ansiosa tu carta de cada semana pero estos últimos 15 días aún más. Me hablas de un mundo impresionante. Tus relatos me envuelven y me invitan, como si fuera un extraño en capa que tapa su rostro para no ser visto, igual que los comerciantes de las dunas de Egipto, a hacer un viaje a sitios inimaginables. Realmente me tienes inquieta y espero que continúes relatándome la historia de esa apasionante aventura que viviste. Al mismo tiempo, te he de confesar querida mía, que te envidio. Espero algún día recorrer con mis pies las mismas tierras en las que florece tanta magia como para convertir tu mundo en la locura misma. Debe de ser sobrecogedor que todo aquello que conoces y sabes se deshaga y transforme en otro distinto. Las reglas, las normas, la sociedad, la emoción, el sentimiento.. todo ello eliminado o transformado, o quizás no controlado. Ansío la respuesta y la continuación de tu relato.

 Te tiene en gran estima, siempre. Diana Livingstone.